El árbol de la Uva de playa (Coccoloba uvifera) forma parte del paisaje de las naciones del área del Caribe, especialmente de sus playas, y también de sus campos, carreteras, parques y jardines dando sombra y a la vez belleza en los entornos donde crece.

Puede alcanzar una altura de hasta de 10-12  m, aunque algunos no superan los 2-3 m por su tendencia a crecer en horizontal.

Se usa con fines ornamentales en jardines costeros poco exigentes ya que acepta suelos de poca calidad y es resistente a la sequía y a los vientos salinos del mar.

Posee grandes hojas redondas de hasta 25  cm. de diámetro que son perennes y tiene a finales de cada verano frutos comestibles formados en racimos que recuerdan a la uva de la Vid, razón por la que reciben el nombre de Uva de playa, aunque son tipos de uvas que nada tienen que ver entre sí.

El problema para tenerlos fuera de su entorno natural es que no tolera temperaturas inferiores a 5 °C

Por ello en las zonas donde esa baja temperatura es una posibilidad se debe plantar en macetas, a las que se adapta muy bien, para resguardarlos del frío durante el invierno asegurándole que reciban a diario los rayos solares a través del cristal.

Uva de playa dominicana en Madrid

En enero de 2015 viajó en la maleta, comprada en un vivero de San Pedro de Macorís, mi ciudad natal, una planta muy pequeña de Uva de playa que conservamos en Madrid protegida del frío durante el invierno en el interior de la casa, siempre expuesta a la luz solar a través de una claraboya o tragaluz situado en el techo. En verano la planta la sacamos al jardín.